El oído es el sentido de mayor desarrollo en el feto y el que más curiosidad despierta en nosotros, planteándonos preguntas como desde qué momento oye el feto o qué puede oír.
Gracias a diversos estudios de investigación, sabemos que el sonido puede penetrar en el líquido amniótico y llegar a los oídos en desarrollo del bebé.
Si trabajamos en un lugar con fuerte ruido constante sería recomendable solicitar un lugar más silencioso durante la gestación. Según los datos desprendidos de varios estudios, se cree que el ruido fuerte crónico y los estallidos sonoros cortos e intensos pueden causar daño auditivo en el feto.
EL DESARROLLO DEL OÍDO
El desarrollo del oído comienza en las primeras semanas de embarazo, siendo el sentido que alcanza un mayor desarrollo intrauterino. Su formación no tiene lugar en la cara, sino en unas protuberancias situadas bajo su cabeza a ambos lados del cuello (arcos braquiales); según vayan formándose se irán desplazando hasta su posición habitual.
De la fina piel del embrión se forma una minúscula vesícula a cada lado del cerebro medio, que se convertirá en el oído interno. Hacia la octava semana, empieza a crearse el oído externo, con el canal auditivo y la parte externa del tímpano. A partir de un mínimo abultamiento de la faringe, se intuye ya el oído medio, con los huesos martillo, yunque y estribo.
Alrededor del final del sexto mes, el oído ya está en su sitio y completamente formado. Esto no quiere decir que el futuro bebé oiga todo lo que pasa a su alrededor, ni que antes no escuchara nada.
LO QUE PERCIBE EL BEBÉ
Aproximadamente entre las semanas 14 y 16, el feto puede empezar a escuchar los murmullos del cuerpo de su madre (latidos del corazón, sonido de la digestión, ritmo del flujo sanguíneo en el cordón umbilical) y reacciona a ellos acelerando el ritmo cardíaco y la frecuencia de los movimientos corporales.
Durante el tercer trimestre, el futuro bebé percibe ruidos exteriores como música, ruidos fuertes o las voces de sus padres distinguiéndolas de las demás. Asimismo, se ha comprobado que es capaz de responder a sonidos de frecuencia demasiado alta (ultrasonidos) o demasiada baja para un oído adulto. El feto suele sentir preferencia por la música suave y melódica, rechazando las estridencias y un volumen excesivo.
Una vez llegue al mundo, el recién nacido se calmará al sentir los latidos de su madre, probablemente por el recuerdo de haberlos oído mientras se encontraba en el útero.
El diario del bebé