“Entonces, una amiga mía me dijo: ¿No has ido a tu matrona? Y yo le contesté: No sabía que tuviera matrona”.
Comenzamos aquí una serie de artículos donde trataremos el papel de la matrona y cómo puede servirnos de ayuda. En este primero, y a modo de introducción, hablaremos sobre la figura de la matrona en general. En los siguientes, abordaremos de manera práctica los cuidados y atención a la mujer a lo largo de su embarazo, parto y postparto.
El papel de la matrona es en general poco conocido. No es extraño que una mujer embarazada, sobre todo en un primer hijo, conozca a “su matrona” cuando la gestación está avanzada y quiere asistir a los cursos de preparación al parto.
Otras veces, la figura de la matrona está asociada al papel de ayudante del ginecólogo. Hace poco, en clase de preparación al parto y viendo un vídeo de un parto que asistía una matrona, una mujer me preguntó dónde estaba el ginecólogo. Le comenté que si el parto era de bajo riesgo e iba bien, no hacía falta que el médico estuviera presente en la sala.
El papel de la matrona ha ido variando a través de la historia. Este artículo no es el lugar para hablar de su evolución histórica pero hoy por hoy en España, la matrona (o matrón, término que la RAE va a incluir en su siguiente revisión) es una profesional sanitaria que tiene cuatro años de estudios universitarios en Enfermería y dos años más para la especialización de Matrona.
Cuando hacemos la residencia de matrona, no sólo nos centramos en la asistencia al parto o en los grupos de preparación al nacimiento (dos de las funciones socialmente más conocidas) sino que nuestra preparación engloba otras etapas de la vida de la mujer.
Estamos capacitadas para hacer el seguimiento del embarazo, parto y postparto de bajo riesgo, detectar signos de alarma que se desvíen de la normalidad, y ofrecer cuidados al recién nacido. Fuera del momento de maternidad, ofrecer atención en consultas de planificación familiar, consulta de jóvenes, menopausia o participar activamente en consulta de prevención de cánceres ginecológicos (citologías). Todo ello desde el centro de salud, centros de planificación familiar u otros centros donde se imparten talleres de educación sanitaria (escuelas, grupos de apoyo, centros cívicos, centros penitenciarios, etc.). Amplio, ¿verdad?
Cuando se conoce previamente la existencia de la matrona, podemos decir que ella es la primera profesional a la que se accede cuando sabemos que estamos embarazadas. Toda una responsabilidad porque según el buen clima que creemos en esa primera visita, conseguiremos que la mujer, cuando tenga un problema de salud, pregunte al profesional antes de seguir consejos de gente sin preparación médica. Ante todo, seguridad y tranquilidad en la mujer. No hay que olvidar que un embarazo bien controlado terminará en bebés más sanos y felices que el que esté mal controlado.
Quizás este párrafo pueda parecer exagerado pero cobra sentido cuando el embarazo es el de una mujer muy joven o con unas circunstancias muy concretas. Si logramos que confíe en nosotros es probable que acuda a las citas y pruebas, nos comente sus miedos o dudas y podamos proporcionar una ayuda más concreta. ¿Resultados? Menos riesgos para la madre y el bebé.
A lo largo de este artículo he ido describiendo características personales que considero que ha de tener o desarrollar la matrona. Históricamente se pedía una mujer entrada en años, experimentada, culta, inteligente, con buena memoria, preparación médica e incluso fuerza física (la típica imagen de matrona fuertota, rolliza y de grandes pechos), o que hubiera tenido hijos antes de ejercer.
No llego a eso pero creo que la matrona ha de desarrollar habilidades comunicativas como saber escuchar y dejar hablar a la mujer, mostrar empatía y respeto, mucho respeto. Si le contamos las cosas de manera que se entiendan, sondeamos sus recursos físicos, emocionales y sociales, le dejamos hablar y conjuntamente vemos los pros y contras de las elecciones que pueda tomar, la mujer decidirá libremente sobre su salud y la de los suyos.
No hay que olvidar que la mujer es el centro de la familia y su cuidadora principal. De ahí la importancia de la educación sanitaria con ella y su repercusión en la familia y la comunidad.
Si tuviera que quedarme con una característica de la matrona, además de una buena preparación médica, sería el trato confidente y cordial a la mujer. No es extraño que si el trato en consulta ha sido cercano, tras una visita aparentemente sin importancia la mujer se decida a hablar de otros problemas como, por ejemplo, una depresión postparto.
Desde aquí, invito a las mujeres a que conozcan a su matrona. Ella es mucho más que una profesional, es una ayuda en momentos complicados.
* María José Ordeig es matrona, asesora de lactancia materna y educadora de masaje infantil, impartiendo talleres en España y Estados Unidos. Ha desarrollado su labor en sala de partos, atención primaria y clases prenatales. Todos los jueves a las 19:30 está disponible en el Consultorio de Facebook para resolver las dudas de nuestros lectores.
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