El Diario del Bebé.
A raíz de la retención de líquidos incrementada en el organismo, provocada por los cambios hormonales del embarazo – más precisamente por acción de la progesterona y la relaxina –, muchas mujeres pueden sufrir de miopía – incluso sin antecedentes de defectos de la visión – , o ver acrecentada la que ya padecían de antes, pues estos cambios afectan también a la córnea y el cristalino del ojo.
Estos líquidos retenidos modifican entonces la función visual, algo que tras la gestación vuelve a normalizarse sin que haya necesidad de cambiar la graduación de las lentes.
Por el mismo motivo, es que no se aconseja el uso de lentes de contacto durante los nueve meses, debido a que esta hinchazón ligera de los ojos provoca cierta intolerancia a ellas.
Este cuadro suele prolongarse durante la lactancia en algunas mamás – dado que las hormonas siguen revolucionadas –, pero esto no es motivo para no dar el pecho a nuestro hijo. Afortunadamente, todo se revierte con el tiempo: alcanza con un poco de paciencia.
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