El Diario del Bebé.
La ciática es un dolor ocasional en un punto en la parte superior del glúteo que puede o no irradiarse por la parte posterior del muslo, la pierna e incluso llegar al pie. Suelen sufrirlo el 35 por ciento de las embarazadas a medida que va avanzando la gestación.
El nervio ciático mayor corre detrás del útero, en la pelvis, hasta las piernas. Se cree que el dolor se debe a la presión que ejerce el útero, que crece y se expande, sobre el nervio.
LA CLAVE: UNA BUENA PREVENCIÓN
Una buena prevención puede conseguir que no aparezcan estos síntomas o que lo hagan de manera más espaciada. Dos medidas a tener en cuenta son realizar una gimnasia suave específica y adaptar las posturas de la actividad cotidiana al nuevo estado.
Gimnasia, la gran aliada
A lo largo de la gestación, el ginecólogo o la matrona irán controlando nuestro peso ya que un aumento excesivo ocasionaría una mayor compresión del nervio ciático.
La matrona, los cursos prenatales o los centros especializados para embarazadas nos proporcionarán ejercicios específicos para fortalecer la musculatura lumbar, siempre y cuando el ginecólogo no recomiende lo contrario. Andar, nadar y el yoga previenen la relajación de la musculatura abdominal y el sedentarismo. Caminaremos con la tripa dentro y los glúteos duros. Meter la tripa no es malo para el niño ya que está rodeado de líquido amniótico que lo protege. No debe confundirse con hacer ejercicios abdominales.
Durante el embarazo, se recomienda que utilicemos calzado con tacón de 3 ó 4 centímetros. Los zapatos planos pueden hacer que, el aplanamiento que se produce en el arco plantar durante el embarazo, provoque dolor en la planta del pie o dificulte la circulación de retorno. Demasiado tacón para uso diario puede favorecer el dolor en la parte inferior de la espalda ya que obliga a corregir nuestro centro de gravedad.
Cuidar la postura
No es recomendable estar mucho tiempo parada de pie sin un punto de apoyo, lo mejor es que nos apoyemos en una mesa o silla flexionando una pierna y curvando la espalda hacia delante. También podemos apoyarnos en una pared con la parte inferior de la espalda. En caso de no encontrar ningún apoyo, intentaremos movernos constantemente aunque sólo sean unos pasos o iremos alternando el peso de una pierna a otra.
Al agacharnos, lo haremos flexionando y separando las piernas, nunca doblando la cintura con las piernas rectas. Para levantarnos, nos impulsaremos apoyando una mano en el muslo.
Intentaremos sentarnos en sillas rectas, llevando los glúteos hasta el final del asiento y evitando cruzar las piernas. Si utilizamos un sofá profundo, colocaremos cojines en el fondo para poder apoyar la espalda erguida.
Estar boca arriba con las piernas extendidas no es la mejor postura ya que aumenta el arco lumbar; si queremos estar así flexionaremos las rodillas. Para dormir lo mejor es de costado sobre el lado izquierdo, con la pierna de arriba flexionada sobre el colchón o un almohadón.
Si pese a seguir las recomendaciones generales aparece el dolor, nos tumbaremos recostándonos sobre el lado opuesto, lo que ayudará a aliviar la presión sobre el nervio. Aplicar calor en la zona dolorida o recibir masajes de un profesional cualificado con experiencia en embarazadas, también reducirán las molestias. En caso de mucho dolor el ginecólogo considerará recetarnos algún medicamento.
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