El Diario del Bebé.
Estar embarazada durante la época estival tiene muchas ventajas. Al llevar menos ropa nos resulta más cómodo vestirnos, al utilizar menos botas y zapato cerrado es más fácil calzarnos, apetece más pasear, la comida sana como frutas y verduras es más apetecible y darnos un chapuzón es muy relajante.
En la parte menos buena hay que señalar el inevitable calor y sus efectos, especialmente en el último trimestre: cansancio, desgana, golpes de calor.
También hay que decir que no todas las embarazadas lo sufren igual y que, en este caso, resultará determinante el clima de la zona donde vivamos.
¿QUÉ ME PONGO?
Aunque nos apetezca dejarnos llevar por las últimas tendencias, para combatir el calor resulta conveniente que también tengamos en cuenta otros factores, por ejemplo, que la ropa que utilicemos sea fresca, de tejidos naturales (algodón o lino) y no demasiado pegada al cuerpo, especialmente en la cintura o las piernas. Como colores base, los claros y neutros son nuestros mejores aliados ante el calor.
Para evitar el dolor en la espalda y en las piernas, es preferible optar por un calzado no demasiado bajo ni alto para el día a día. Además, nuestros pies agradecerán que optemos por materiales naturales como algodón, esparto o piel. Por lo general, los pies se hincharán bastante con lo que no está de más utilizar un número de más del que calzamos habitualmente.
RECOMENDACIONES GENERALES PARA EL VERANO
Es importante beber líquidos muy a menudo, tanto para aliviar el calor como para eliminar toxinas, y evitar la retención de líquidos. En los días más calurosos es necesario restituir constantemente el líquido eliminado.
Aunque el agua es la mejor alternativa, otras opciones son los zumos de fruta naturales, la leche o las bebidas isotónicas, de alto contenido en sodio, glucosa, potasio y otros minerales que favorecen la absorción de agua. Los refrescos azucarados, bebidas carbonatadas o con cafeína deben ser consumidos con moderación.
Comenzaremos el día con un buen desayuno: cereales, lácteos y fruta fresca.
El resto del día comeremos pocas cantidades pero frecuentemente. La verdura y la fruta (especialmente como tentempié) junto con las ensaladas y cremas frías por un lado, y las carnes y pescados (a la plancha o al horno) por el otro, serán los platos estrella. Los alimentos ricos en carbohidratos como pan, arroz y pasta, deben ser consumidos a diario. Reducir la cantidad de sal es bueno para evitar la retención de líquidos.
Aunque en verano intensifiquemos la vida social, evitaremos las comidas y cenas copiosas, especialmente para facilitar el descanso.
El calor acentúa la sensación de fatiga, así que intentaremos descansar bastante a menudo, especialmente después de la comida, poniendo las piernas en alto.
Una actividad física moderada es más que recomendable durante la gestación. Caminar, el yoga, la natación y los ejercicios en el agua son prácticas ideales para realizar en verano, aunque evitaremos las horas más calurosas del día para hacerlo.
La hinchazón de pies y piernas suele resultar bastante molesta, sobre todo al final de la jornada. Para combatirla, pondremos las piernas en alto todo lo que podamos. En esa postura, existen dos ejercicios muy recomendables para mitigar esa sensación: mover los tobillos haciendo círculos, primero a un lado y luego hacia el otro; y mover los dedos de los pies hacia atrás y hacia adelante.
Ante cualquier duda, consultaremos con el médico sobre la conveniencia de realizar un determinado tipo de ejercicio o deporte.
Durante el embarazo debemos mantener los cuidados básicos de la piel: hidratación diaria, evitar exponerla al sol en las horas centrales del día y utilizar siempre un protector solar adecuado a nuestra piel, aunque vayamos a estar a la sombra. Mantener la piel hidratada nos ayudará a evitar la sequedad y los picores, especialmente en el abdomen.
Los cambios hormonales propios del embarazo pueden provocar alteraciones en la piel, entre otros, la aparición de manchas oscuras en rostro y cuello.
CONSEJOS PARA MITIGAR EL CALOR
¿Y SI ME MAREO?
En cuanto notemos que el cuerpo nos advierte con signos de debilidad, fatiga, cansancio, mareos, o sed excesiva, nos pondremos a la sombra, tumbándonos cuanto antes. Beberemos agua fresca o una bebida isotónica para recuperarnos y, en caso necesario, nos colocaremos un paño humedecido con agua fresca en el cuello, sobre la frente o en cabeza.
En caso de no mejorar, acudiremos al médico.
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El diario del bebé
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