El avión se presenta como una de las opciones para visitar a familiares o desplazarnos hacia nuestro lugar de vacaciones. Es una de las mejores formas de realizar un viaje más largo con nuestro bebé pero requiere planificación y preparación. Lo primero que hay que hacer es consultar con el pediatra para que nos aconseje sobre las pautas a seguir.
El recién nacido puede volar a partir de las 48 horas, pero no es conveniente hacerlo hasta que tiene un mes de vida. Hay que tener en cuenta su calendario de vacunación para, en la medida de lo posible, evitar las reacciones durante el viaje.
Es imprescindible llevar su documentación sanitaria, así como la dirección del hospital o médico al que acudir en el lugar de destino en caso de necesidad.
LA PLANIFICACIÓN
Siendo realistas, hay que contar con un tiempo extra para, por lo menos, darle de comer y poder cambiarle de pañal justo antes de embarcar.
Elegiremos un vuelo directo para que el viaje sea lo más corto posible, intentando que nos asignen asientos juntos. Lo recomendable es que el vuelo sea matutino ya que el bebé se encuentra muy contento a esas horas del día, o bien, hacerlo coincidir con la hora de la siesta, con lo que irá dormido. No debe cambiarse el horario del bebé para adaptarlo al vuelo.
Al hacer la reserva indicaremos que uno de los pasajeros es un bebé. Si elegimos un asiento de ventana nadie tendrá que sortearnos para entrar y salir. Si hemos cogido un asiento para el bebé, nos colocaremos entre él y otro pasajero. Es recomendable que el bebé vaya en un sistema de retención infantil homologado para avión.
EN EL AEROPUERTO
Para movernos por el aeropuerto, podemos utilizar una sillita ligera o una mochila portabebés. Para ir más cómodos reduciremos el equipaje lo máximo posible, sobre todo el de los adultos.
Por si tuviéramos que afrontar posibles retrasos, en la bolsa del bebé meteremos repuestos de todo lo que solamos llevar (pañales, toallitas, agua, dosificador si toma biberón, mudas, gasitas o pañitos para los eructos o regurgitaciones, juguetitos para distraerle). Para evitar agobios, en un bolsillo de esa misma bolsa, la mamá puede meter sus cosas más necesarias (documentación, dinero, móvil, llaves) y llevar su bolso vacío en la maleta.
DURANTE EL VUELO
Al bebé hay que vestirle cómodamente y por capas. Una mantita o un arrullo no estarán de más.
La succión producida con el chupete o una toma puede reducir las molestias del cambio de presión durante el despegue y el aterrizaje. Si el bebé está resfriado, el cambio de presión atmosférica puede causar la acumulación de líquido aumentando el riesgo de sufrir una infección de oído. Se recomienda consultar con el pediatra.
El aire de la cabina de un avión suele ser muy seco. Hay que darle muchos líquidos para prevenir una deshidratación.
La mayoría de los servicios de los aviones no tienen cambiador para bebés ya que son demasiado pequeños. Quizá podamos arreglarnos con la tapa bajada del inodoro. Para desechar los pañales llevaremos bolsas de plástico.
Procuraremos que el bebé esté cómodo durante el vuelo para que pueda relajarse y dormir. En caso contrario, lo entretendremos con algunos de sus juguetes.
Si le damos el pecho, hay que sacarlo de su asiento, de tal manera que no podrá coincidir con el despegue y aterrizaje para no disminuir su seguridad al quitarle el cinturón. Si toma biberón llevaremos bastante leche para todo un día y lo prepararemos en el momento de su consumo.
¡Buen viaje!
El diario del bebé
Ante cualquier duda consulte siempre con su médico o pediatra.
