El Diario del Bebé.
Cada vez es mayor el número de niños que, en todo el mundo, nacen por cesárea, procedimiento quirúrgico necesario en aquellos casos en los que el parto vaginal puede comprometer la salud tanto de la madre como del bebé. Es decir, tal y como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe a propósito del incremento de cesáreas en todo el planeta, el procedimiento solo debe llevarse a cabo cuando exista justificación médica resulte necesario. No en vano, la cesárea no deja de ser un procedimiento quirúrgico, por lo que se asocia a riesgos a corto y a muy largo plazo, pudiendo comprometer futuros embarazos y la salud de la madre y de su neonato. De hecho, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad John Hopkins en Baltimore (EE.UU.) muestra que los niños nacidos por cesárea tienen un riesgo hasta un 40% superior de desarrollar obesidad en su etapa infantil que los nacidos por parto natural.
Como explica Noel T. Mueller, director de esta investigación presentada en el marco de las Sesiones Científicas 2016 de la Asociación Americana del Corazón (AHA) que se están celebrando en Nueva Orleans (EE.UU.), «creemos que la razón para esta diferencia entre el parto natural y la cesárea puede deberse a los microorganismos beneficiosos que se encuentran en el canal del parto, microorganismos a los que son expuestos los neonatos durante el parto vaginal».
Exceso de peso
El estudio tuvo por objetivo analizar la posible relación entre las cesáreas y un mayor riesgo de obesidad en los neonatos durante su desarrollo infantil. Y para ello, los autores evaluaron el índice de masa corporal (IMC) de 1.441 niños nacidos en la ciudad de Boston una vez habían alcanzado una edad entre los 2 y los 8 años.
Los resultados mostraron que los niños nacidos por cesárea tenían un riesgo hasta un 40% superior de desarrollar obesidad antes de llegar a su segunda década de vida. Un incremento de la probabilidad frente al parto natural que, además, fue independiente de otros factores de riesgo de obesidad infantil como la edad de la madre en el momento del alumbramiento, la etnia, el nivel educativo, el IMC de la madre antes de la concepción, la ganancia de peso durante el embarazo, la exposición a la contaminación atmosférica o el peso del bebé en el nacimiento.
Es más; el riesgo de obesidad infantil fue incluso mayor del 40% en aquellos casos en los que la progenitora era obesa. Un aspecto a tener en cuenta dado que el 57% de las madres en las que se practicó una cesárea y el 53% de las que dieron a luz por parto natural presentaban obesidad –esto es, un IMC igual o superior a 30 km/m2.
Como indican los autores, «el hecho de que la madre tenga exceso de peso se ha asociado, por lo general y con independencia de la forma en que nacieron los hijos, con que los niños padezcan sobrepeso u obesidad. Sin embargo, en nuestro estudio hemos visto que esta asociación es más contundente en las mujeres que alumbraron vía cesárea».
Metabolismo no potenciado
Y esta mayor tasa de obesidad infantil, ¿cómo se explica? Pues porque como ya ha sido referido, los niños nacidos por cesárea no entran en contacto con los microorganismos que ‘habitan’ en el canal del parto.
Como indica Noel Mueller, «creemos que estos microorganismos pueden tener un beneficio sobre la salud de los neonatos, como es una potenciación del metabolismo y un mayor ‘adiestramiento’ del sistema inmune».
Por ello, concluye el director de la investigación, «necesitamos más estudios para evaluar si la exposición de los neonatos nacidos por cesárea a los microorganismos vaginales en el momento del nacimiento puede reducir su riesgo de desarrollo de trastornos metabólicos, caso de la obesidad».
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