El Diario del Bebé.
Fue en el ámbito militar donde se comenzó a prestar especial atención a cómo superar el cuadro de nauseas y vómitos asociado a los desplazamientos. La clave está en una exposición repetida que permite'educar' al cerebro para que entienda que aunque la información que recibe es contradictoria no supone un peligro y no reaccione de forma adversa.
Según explica Norberto Proupín, especialista en Otorrinolaringología y miembro de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), en el origen de este cuadro clínico asociado a los desplazamientos se encuentra una distorsión en la información que procesa el cerebro para mantener el equilibrio en la que intervienen tres tipos distintos de información: la del sistema vestibular, la vista y del sistema propioceptivo, procedente de músculos y articulaciones.
La falta de concordancia en la información que procede de estos tres sistemas causa el malestar ya que el cuerpo no entiende que estemos quietos y que los objetos se muevan en nuestro entorno. Se pueden producir entonces náuseas, vómitos y malestar en niños y mayores, un cuadro clínico de mareo pero sin afectación de los órganos denominado cinetosis y que no se considera una enfermedad.
Otros factores que Proupín apunta que pueden intervenir en este cuadro son el olor a monóxido de carbono, el gasoil y los gases de combustión en general y la ansiedad ante la situación ya que el sólo hecho de pensar que se pueden producir mareos, náuseas o vómitos contribuye a aumentar el nerviosismo. La asociación entre vómitos y estabilidad se debe a que los sistemas nerviosos que los regulan se encuentran espacialmente cercanos.
El cuadro es más común en mujeres y en niños de entre 2 y 15 años, cuyo organismo necesita habituarse con el crecimiento y la exposición a estas circunstancias en la que la información procedente de los sentidos es confusa.
Según explica a Fernando Sánchez, jefe de Pediatría del Hospital Universitario de Torrejón de la Comunidad de Madrid, "el cuerpo del niño está en desarrollo y evolución, por este motivo son especialmente más sensibles aunque con el paso de los años su organismo se vuelve más tolerante".
9 CLAVES CONTRA EL MAREO
En los niños más predispuestos, pero también en los adultos, se pueden seguir unas sencillas recomendaciones para minimizar el riesgo de malestar durante el viaje y tratar la cinetosis:
1. Alimentación adecuada: no se deben realizar comidas copiosas o fuertes antes del viaje pero tampoco ir en ayunas. En los viajes largos se debe tomar una comida ligera cada dos o tres horas. Proupín, que ejerce en el Centro de Salud de Conxo, en Santiago de Compostela, aconseja evitar los lácteos y optar por alguna galleta salada tipo 'cracker'.
2. Ventilar el vehículo: el coche debe estar bien ventilado y mantener durante el viaje una temperatura agradable.
3. La distracción como aliado: hablar, cantar y jugar mejoran siempre la situación, apunta Proupín, quien advierte que el componente emocional es clave para que el niño no sienta nervios durante el viaje. "Si el niño está distraído hablando o jugando al veo-veo es menos probable que se sienta mal", señala Sánchez.
4. Sentados en posición central: hay que mirar al horizonte intentando que el menor esté en una posición central. Con ello se evita la confusión sensorial que origina el paisaje en movimiento a los lados de la carretera. El niño debe ir siempre bien sujeto y en ningún caso subirlo en los asientos delanteros.
5. Evitar leer o los videojuegos: según apunta Sánchez, leer o jugar con consolas de videojuegos no ayuda en estas situaciones pues el niño mira de forma fija un objeto y cuando levanta la vista a su alrededor el cambio es demasiado brusco y la adaptación es más difícil sobre todo si existe propensión al mareo.
6. Conducir con cuidado: los giros bruscos y los frenazos son contraproducentes para evitar los mareos por cinetosis.
7. Si hay mareo o vómitos: cuando el niño se encuentre mareado o haya vomitado lo mejor es parar el coche y dejar que el menor se tumbe boca arriba en horizontal (decúbito supino) y cierre los ojos hasta que se sienta bien.
8. Tranquilidad: el nerviosismo empeora el cuadro por ello hay que decirle al niño que esté tranquilo, que no pasada nada, que lo que le sucede se debe sólo al viaje en coche. Por todo ello, "no se deber reñir al niño sino tranquilizarlo", acentúa Proupín.
9. Ser prácticos: si el trastorno se produce de forma habitual es mejor llevar una muda de ropa, toallitas húmedas para aplicar en la frente y una toalla pequeña de mano para limpiar o cubrir al menor.
MEDICACIÓN SÓLO SI ES NECESARIO
Cuando existen episodios recurrentes en los desplazamientos en coche, Sánchez recomienda consultar con el pediatra sobre la idoneidad de utilizar algún tipo de fármaco. Aún así, el pediatra advierte que en los niños que tienen un año o menos de edad no se recomienda la medicación.
"Cuando el niño tiene entre 1 y 2 años puede tomar un antihistamínico (hidroxicina) en forma de jarabe que se toma antes del viaje y que provoca cierta somnolencia que favorece que el pequeño se quede dormido", señala el facultativo. Para niños más mayores existen también jarabes, chicles o ampollas bebibles de dimenhidrinato.
"Si se trata de un niño de 6 años o menos el fármaco lo debe indicar siempre el pediatra, quien informará sobre cómo y en qué cantidad debe tomarlo el menor", concluye Sánchez.
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