Si el desayuno es la comida más importante del día, todavía lo es más cuando se trata de los niños. Es tanta la energía que necesitan, que el desayuno debería suponer el 25 por ciento de la dieta del niño.
Durante la semana, es complicado poder desayunar todos juntos, pero es importante que al menos uno de los padres o hermanos desayune con el niño. Aunque tengamos prisa, hay que desayunar despacio y sentados. El niño aprende por imitación así que debemos predicar con el ejemplo.
EL DESAYUNO IDEAL
Con la introducción de los cereales en la dieta del bebé (al cuarto o quinto mes de vida), el bebé ya tomará estos alimentos en la toma del desayuno y la cena. Al año de vida, el niño ya mastica alimentos troceados y puede sustituir parte de la leche que antes tomaba por yogur, queso y otros productos lácteos. Según vaya creciendo necesita un mayor aporte, con lo que podemos ofrecerle más alimentos en el desayuno, por ejemplo galletas. El pediatra y el propio niño nos irán marcando el ritmo.
El desayuno ideal es el compuesto por un lácteo, un alimento del grupo de los farináceos y una pieza de fruta.
Los lácteos son necesarios porque aportan al niño proteínas, calcio y vitaminas A, D y B. Un buen desayuno llevará leche, queso fresco o yogur.
Los farináceos le proporcionan hidratos de carbono, vitaminas y minerales. Pan, tostadas, cereales o galletas son alimentos de este grupo. En alguna ocasión especial podemos ofrecerle una magdalena o un croissant.
La fruta aporta hidratos de carbono, vitaminas y fibra. Procuraremos que tome un cítrico al día. Puede ser troceada, en zumo o en compota. Lo ideal es que sean de temporada.
Según estas pautas, estas son algunas ideas para empezar bien el día:
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El diario del bebé