Sentir los movimientos del bebé es una de las partes más maravillosas del embarazo. Además de ser tranquilizador y un momento para compartir en pareja, puede ser el inicio de la vinculación afectiva con nuestro hijo.
El movimiento del feto (o movimiento fetal activo) aparece por lo general entre las semanas 16 y 21. El tiempo varía para cada mujer, cada embarazo y depende de otros muchos factores, por lo que hay quienes lo sienten antes, o incluso más tarde (semanas 24 ó 26). Si nos encontramos en este último caso, es importante tener paciencia y, en caso de duda, consultar con el médico o la matrona. De igual modo, al principio no se notan los movimientos de una forma marcada y regular; con el transcurrir de la gestación, se irán sintiendo con más asiduidad y potencia.
Por otro lado, hacia la semana 36 el cuerpo reabsorbe parte del líquido amniótico, haciendo que disminuya la cantidad que rodea al feto y reduciendo el espacio que tiene el bebé para moverse. Es posible que notemos una diferencia en la sensación de sus movimientos sin que esto conlleve algún problema.
Existe la creencia generalizada de que las mamás que ya han tenido un bebé lo perciben mucho antes porque ya conocen esta sensación y porque las paredes del útero son más laxas. A veces, otros factores como el grosor de la pared uterina que actúa como “colchón”, hacen que se retrase la percepción de los movimientos. Procuraremos no agobiarnos y esperar con calma. El bebé es como una esponja al que no sólo alimentamos de nutrientes a través de la placenta, sino al que transmitimos sensaciones y emociones. Aun así, no todas las preocupaciones repercuten en él; sólo le afectarán negativamente los sentimientos constantes y profundos, como la ansiedad o el estrés crónicos.
CÓMO SE MUEVE EL BEBÉ
La percepción de los movimientos del feto es una experiencia muy personal difícil de explicar. Algunas mujeres los describen como el batir de las alas de una mariposa, otras como una caricia suave dentro del abdomen y otras como la sensación de algo que está flotando o nadando en nuestro interior.
Sentimos más al bebé cuando estamos en reposo o después de haber ingerido algún alimento o bebida dulce. Si queremos reconocer sus primeros movimientos, podemos colocarnos semisentadas, con las manos por debajo del ombligo, concentrándonos en lo que sentimos. Según vaya avanzando el embarazo, estos movimientos tan sutiles, se transformarán en las famosas “pataditas” que nos llenarán de orgullo y felicidad durante el resto de la gestación (y que seguramente nos despertarán alguna noche).
El diario del bebé