La fecundación in vitro consiste en la extracción de un óvulo de una mujer para fecundarlo posteriormente en una placa de laboratorio con un espermatozoide. Una vez fecundado, el óvulo se vuelve a insertar en el útero de la mujer para que este se desarrolle
Por Redacción, 13-05-2019 07:54:00El Diario del Bebé.
Es un método al que recurren muchas mujeres con problemas de esterilidad, que tengan las trompas de Falopio dañadas u obstruidas, o en mujeres de edad avanzada que deseen procrear. También se puede deber a la disminución del movimiento de espermatozoides del hombre.
Para poder someterse a una fecundación in vitro tanto el hombre como la mujer tienen que cumplir una serie de requisitos para que el procedimiento pueda llevarse a cabo con éxito.
En el caso del hombre, su calidad seminal debe contener espermatozoides, con un Recuento de Espermatozoides Móviles de al menos 3 millones de espermatozoides por mililitro. En el caso de la mujer, esta debe ser capaz de producir óvulos así como no presentar alteraciones uterinas.
La fecundación in vitro es un proceso indoloro que no requiere de anestesia para llevarse a cabo, por lo que no cuenta con grandes riesgos ni dolores para la paciente que recurre a él.
En primer lugar, la mujer se somete a un proceso de estimulación ovárica a través de diferentes medicamentos que ayudan a la producción de óvulos. Aunque normalmente la mujer solo produce un óvulo al mes, en ocasiones debido a estos medicamentos produce más, lo que facilita la selección de uno de ellos para su fecundación.
A continuación se realiza una aspiración folicular, una cirugía menor que sirve para extraer los óvulos. Generalmente, este proceso no presenta complicaciones, aunque en algunos casos se requiere de una laparoscopia pélvica para retirar los óvulos.
Una vez los óvulos han sido extraídos, se seleccionan aquellos de mejor calidad y se juntan con los espermatozoides, a la espera de que uno de estos fecunde el óvulo. Normalmente al cabo de las pocas horas el espermatozoide consigue inseminar el óvulo. Si el espermatozoide presenta problemas para inseminar también se puede inyectar directamente en el óvulo, lo que se llama inyección intracitoplasmática.
Cuando el óvulo inseminado comienza a dividirse ya se considera un embrión, y el personal de laboratorio mantendrá la vigilancia para comprobar que se desarrolla en buenas condiciones. Pasados de 3 a 5 días, el embrión ya está preparado para ser colocado en el útero de la mujer. Mediante un catéter, se introduce en este y, si consigue implantarse en la pared uterina, comienza el proceso de embarazo.
La mujer puede optar por implantar más de un embrión si así lo desea. También se pueden congelar aquellos que no se implanten para hacerlo en un futuro.
Una vez el embarazo se ha llevado a cabo, la mujer tiene que someterse a inyecciones o píldoras de progestágenos en las 8 o 10 semanas posteriores para facilitar la implantación del embrión. Además, 12 o 14 días después de la implantación la mujer también debe acudir a la clínica para realizar una prueba de embarazo.
Dependiendo de la edad de la mujer existen más o menos probabilidades de que el embarazo ocurra con normalidad y que el nacimiento del bebé se dé sin ningún tipo de problema. Cuanto más joven es la mujer, mayores probabilidades tiene de éxito en su embarazo:
La ingesta de los medicamentos que facilitan el proceso para fecundar un óvulo puede acarrear algunos efectos secundarios como distensión, dolor abdominal, altibajos en el estado de ánimo o dolores de cabeza. También se puede producir hiperestimulación ovárica, que tiene entre sus síntomas dolor abdominal, aumento rápido de peso, náuseas o dificultad para respirar.
Una vez se ha producido el embarazo, hay más posibilidades de tener un embarazo múltiple o de tener un parto prematuro. Las posibilidades de sufrir un aborto en las primeras semanas de embarazo son de un 20 por ciento, y entre un 2 y 5 por ciento de las mujeres que se somete a la fecundación in vitro puede sufrir un embarazo ectópico.
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