La toxoplasmosis es una infección causada por un parásito unicelular llamado Toxoplasma gondii que, cuando afecta a una mujer embarazada, puede poner en peligro la salud de su bebé
Por Redacción, 08-12-2015 07:10:00El Diario del Bebé.
La mujer puede contraer toxoplasmosis al comer carne cruda o mal cocida o al entrar en contacto con la materia fecal del gato. Por suerte, una mujer embarazada puede tomar una serie de precauciones sencillas que pueden reducir las probabilidades de que se infecte.
La toxoplasmosis es una de las infecciones más comunes del mundo. No obstante, la mayoría no presenta síntomas por lo que es posible que no lo sepan. Un número pequeño de personas infectadas desarrolla síntomas similares a los de la influenza o a los de la mononucleosis infecciosa, como inflamación de las glándulas, cansancio, dolores musculares, malestar y fiebre. Estos síntomas pueden prolongarse por un mes o más tiempo.
Normalmente, la infección activa ocurre sólo una vez en la vida y la persona se vuelve inmune por el resto de su vida. Si bien el parásito permanece dentro del cuerpo por tiempo indefinido, generalmente no produce daños y se mantiene inactivo a menos que el sistema inmunológico de quien lo lleva no funcione correctamente.
Por lo general, las mujeres que desarrollan inmunidad a la infección antes del embarazo no corren peligro de transmitir la infección a sus bebés. No obstante, algunos expertos recomiendan a las mujeres posponer el embarazo por seis meses después de contraer toxoplasmosis ya que ha habido algunos casos de mujeres que se infectaron cerca del momento de la concepción que transmitieron la infección a sus bebés.
Los análisis de sangre pueden confirmar si una mujer ha tenido toxoplasmosis. No obstante, estos análisis no se ofrecen normalmente durante el embarazo a menos que el médico de la mujer sospeche que puede tener la infección. Si los análisis confirman que una mujer embarazada ha tenido toxoplasmosis, puede ser necesario realizar pruebas adicionales para determinar si la infección es reciente (lo que podría representar un riesgo para el feto) o de larga data (en cuyo caso no existe riesgo).
Las mujeres que planeen quedar embarazadas deben consultar a sus médicos para saber si deben someterse a esta prueba antes del embarazo. Si los análisis de sangre demuestran que una mujer no ha estado infectada antes, debe tomar las precauciones necesarias para evitar la infección durante el embarazo, al igual que todas las mujeres que no se han realizado el análisis.
La materia fecal de los gatos y la carne cruda o poco cocida son las fuentes más comunes de infección. La mujer embarazada puede prevenir la enfermedad evitando las fuentes conocidas de infección. Las siguientes recomendaciones pueden resultar útiles:
Si el médico sospecha que una mujer embarazada tiene una infección toxoplasmática activa, puede recomendarle uno o más análisis de sangre. Estos análisis requieren interpretación experta y, en consecuencia, los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) recomiendan hacer verificar todos los resultados positivos por un laboratorio de referencia especializado en el diagnóstico de la toxoplasmosis.
Si el laboratorio especializado confirma que la mujer tiene una infección activa, por lo general el médico indicará un tratamiento con uno o más medicamentos. Si la mujer se encuentra en el primer trimestre de embarazo o a comienzos del segundo, puede tratarse con un antibiótico llamado espiramicina. Algunos estudios sugieren que la espiramicina puede reducir en un 60 por ciento la probabilidad de transmitir la infección al feto. La espiramicina aún no ha sido aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para ser utilizada en los EE.UU. y, por lo tanto, se considera un medicamento experimental.
Si se confirma que la mujer tiene una infección y lleva al menos 18 semanas de embarazo, el médico puede indicarle una amniocentesis para determinar si el bebé está infectado. Si el médico considera que el bebé está infectado, tratará a la madre con pirimetamina y sulfadiazina. (No se recomienda la pirimetamina antes de las 18 semanas de embarazo ya que puede aumentar el riesgo de defectos congénitos.) Este tratamiento parece reducir la frecuencia y gravedad de los síntomas en el bebé recién nacido.
Cuando una mujer embarazada contrae toxoplasmosis durante el embarazo, existe un 30 por ciento de probabilidades de que transmita la infección al feto. Sin embargo, el riesgo y la gravedad de la infección del bebé dependen del momento durante el embarazo en que la madre contrae la infección. Los estudios sugieren que, cuando una madre contrae la infección durante el primer trimestre del embarazo, aproximadamente el 15 por ciento de los bebés también se infecta, en comparación con el 30 por ciento durante el segundo trimestre y el 60 por ciento durante el tercero. No obstante, cuanto más cerca del comienzo del embarazo ocurre la infección, más graves suelen ser los síntomas de la infección en el bebé.
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El diario del bebé