El Diario del Bebé.
Los médicos recomiendan evitar el consumo de inhibidores de la recaptación de la serotonina (ISRS), unos medicamentos que se emplean en el tratamiento de enfermedades como la depresión o el trastorno obsesivo compulsivo, entre otras, durante al menos el primer trimestre del embarazo. Sin embargo, un estudio realizado por el doctor Henning Tiemeier, del Hospital Infantil Sofía de Rótterdam, en Holanda, que se ha publicado en Archives of General Psychiatry, ha revelado que si no se trata la depresión durante la gestación se corre el riesgo de que el feto sufra un retraso en su desarrollo. Por otra parte, el estudio también ofrece un dato que desaconseja la administración de estos fármacos, porque relaciona su ingesta con un incremento del riesgo de parto prematuro, y con mayores posibilidades de que el bebé nazca con la cabeza pequeña.
En la investigación del doctor Tiemeier participaron más de siete mil mujeres, de las que 570 mostraban signos de depresión pero no se medicaban, y sólo 99 que padecían la enfermedad y estaban en tratamiento con fármacos. Los investigadores llevaron a cabo diversas pruebas para comprobar la gravedad de la sintomatología depresiva, así como ecografías que les permitieran averiguar la edad gestacional del feto, su desarrollo y peso, y su contorno cefálico. Observaron que las embarazadas con depresión que no tomaron antidepresivos parieron bebés más pequeños (cabeza y cuerpo), mientras que en los bebés de las que continuaron el tratamiento con fármacos durante la gestación no se apreciaba ninguna disminución del cuerpo, pero sí de la cabeza.
El empleo de antidepresivos durante el embarazo es una cuestión muy controvertida porque no existen estudios concluyentes sobre los efectos que esta medicación puede tener a largo plazo sobre la salud del bebé. Pero el nuevo estudio confirma que la enfermedad de la madre afecta al desarrollo del feto, y aunque no se ha establecido la causa objetiva, el menor tamaño que alcanza el feto puede deberse a diversos factores, ya que las mujeres con depresión que no siguen un tratamiento durante el embarazo probablemente sufran un mayor nivel de estrés a consecuencia de su enfermedad, o no se alimenten correctamente, o consuman más tabaco o alcohol, y todo esto puede provocar un retraso en el crecimiento del feto.
En ambos casos, con tratamiento médico y sin él, las mujeres con depresión tuvieron bebés con un menor perímetro cefálico, un importante indicador perinatal del peso del cerebro, por lo que una cabeza más pequeña en un recién nacido es un factor que se asocia a trastornos de la conducta o problemas psiquiátricos en el futuro como hiperactividad, ansiedad o déficit cognitivo. Los especialistas consideran que el nuevo estudio sigue sin despejar las dudas acerca de si es mejor o peor para el feto que la madre siga un tratamiento farmacológico durante la gestación, y abogan por analizar cada caso individualmente, y valorar los riesgos y beneficios que implica el empleo de medicamentos antidepresivos teniendo en cuenta sus posibles efectos adversos. Insisten, además, en la conveniencia de la consulta preconcepcional para fomentar la salud de la futura gestante y evitar los riesgos asociados a las enfermedades que pudiera padecer, así como los inherentes al tratamiento que precisen.
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