Durante la época estival son muchos los peligros a los que se enfrenta el niño. En este sentido, los datos demuestran que durante el verano aumentan de forma considerable los accidentes infantiles, siendo uno de los más frecuentes los ahogamientos, que representan el ocho por ciento de las muertes y que se han convertido en la segunda causa de mortalidad infantil entre los niños de uno a cuatro años.
"En este tipo de lesiones es donde debemos extremar las medidas de prevención ya que poco podemos hacer cuando un niño se cae al agua sin que nadie se haya percatado. La consciencia se pierde a los dos minutos y el daño cerebral es irreversible a los cuatro o seis minutos. Tan sólo vallando las piscinas de forma regulada se logra un 95 por ciento más de protección", según señala el coordinador del Comité de Seguridad y Prevención de Lesiones de la Asociación Española de Pediatría (AEP), Jordi Pou.
Además, los nuevos deportes, sobre todo acuáticos, también están aumentando cada año las estadísticas de lesiones en los niños. El windsurf, las motos acuáticas, las piraguas, los neumáticos u otros instrumentos hinchables o tan sólo el buceo pueden provocar lesiones graves, que incluyen el ahogamiento y lesiones músculo-esqueléticas o medulares importantes.
"No podemos impedir que se practiquen estos deportes pero es necesario sentar las bases para una buena práctica de los mismos ya que afecta no sólo a los padres sino también a la legislación vigente, a la enseñanza de la seguridad en distintas edades y, por supuesto, a la calidad del material que se utiliza en la práctica de deportes y juegos veraniegos", ha recalcado Pou.
En niños mayores y adolescentes, también se produce una tasa considerable de ahogamientos, inclusive en jóvenes que saben nadar. Una parte de los mismos se produce por el uso de toboganes (20%) y otros por los saltos al borde de la piscina (15%).
MEDIDAS DE PREVENCIÓN A TENER EN CUENTA
Cualquier acumulación de agua es un peligro para el bebé y el niño. En caso de acudir a una piscina, el recinto de la misma deberá estar vallado y contar con una puerta que permanezca cerrada. Además, debe haber personas responsables o socorristas que la vigilen en todo momento.
Las piscinas inflables deben vaciarse cuando no se utilicen. Para que el agua de la lluvia no se acumule en ellas y las convierta en un peligro, las guardaremos o les daremos la vuelta.
En el caso de la playa, elegiremos una con bandera azul, símbolo de calidad, limpieza y buenos servicios. Una vez allí, es bueno que nos situemos cerca del puesto de socorro, o al menos tenerlo localizado.
Es esencial no bajar la guardia en ningún momento. En caso de que el bebé ya camine solo, le enseñaremos que no debe acercarse a la orilla, aunque lleve puestos los manguitos. Extremaremos las precauciones con los niños mayores de un año que ya utilicen flotador, puesto que pueden darse la vuelta y quedar con la cabeza sumergiada dentro del agua. Existen unos flotadores tipo braguero con sistema antivuelco como alternativa.
En cualquier caso, lo recomendable y más seguro es supervisar al bebé en todo momento permaneciendo próximos a él.
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El diario del bebé