El Diario del Bebé.
DIEZ COSAS QUE UN PADRE APRENDE DE SU HIJA
Os dejo un decálogo de cosas que he aprendido cuando te conviertes en padre de una niña. Algunas pueden ser equiparables a si fuera un niño, pero aún así tienen su diferenciación. Han sido tres años que, creo, me otorgan al menos el grado de Diplomado en Papá de una Niña.
Aquí van mis 10 aprendizajes:
1. Sé hacer coletas
Cuando todo parece indicar que sería algo impensable para mí por motivos obvios, resulta que he tenido que aprender a hacer coletas y “kikis” con las gomas para el pelo. Y no me refiero a hacerlas y punto… no. En un minuto, deprisa y corriendo porque llegamos tarde al cole. Me he convertido en un experto. Dos laterales, una trasera, una arriba y otra atrás. De la primera que tuve que hacer, mejor ni hablo. Casi lloro al ver el resultado. A día de hoy entro en el cole con la cabeza bien alta.
2. Un niño y una niña pueden ser amigos
Ya sabeis a lo que me refiero. Eso que se dice que no puedes ser amigo de una chica, que en tu mente hay algo que te lleva a cosas más allá de invitar a una cerveza. Ver a mi hija jugando con niños, hablando, la relación natural que hay entre ellos y que es bonita por la pureza que desprende, me lleva a pensar en qué momento de la supuesta maduración de la persona se produce ese chispazo que hace que la relación entre géneros tenga siempre ese otro trasfondo.
3. Lo importante es participar
Las niñas juegan para divertirse. Esa competitividad parece innata en el género masculino, un niño te quiere meter un gol desde que da su primera patada. Ella, para empezar, no golpea la pelota, prefiere cogerla con las manos y llevártela a las tuyas. Oye, el caso es que jugar sin esa presión de la victoria es más relajante.
4. Decir “te quiero” y abrazarla es gratis
No hay día que no se lo diga. No cuesta nada, probadlo. Es posible que con un niño sea igual, hasta que al segundo puñetazo en el estómago decidas que mejor nada de abrazo.
5. Leer cuentos
El poder de la lectura, tanto para mantener su atención como para enseñar a ser mejor persona. Como esponjas que son, los niños no paran de buscar referentes y ahí es donde he aprendido que hay que enseñarles a comportarse a través de los cuentos. La pena para los lobos, que todos son feroces y malos, pero alguien se tiene que sacrificar.
Intuyo que aquí los niños también podrían entrar, pero es que la mayoría de las protagonistas son hadas o princesas. Eso, o que mi casa de repente se ha llenado de hadas y princesas.
6. Cocina de autor
No os podéis ni imaginar el juego que da una tortilla francesa, tres tomates cherry y una hoja de lechuga. La señora tortilla se ha convertido en otro miembro de la familia. Pero hay mucho más, decenas de webs para innovar o dejarte llevar por tu propia imaginación. En el fondo me viene de lujo porque con la pereza que me da acercarme a la cocina, como no le ponga algo de motivación…
7. A las chicas “eso” les llama la atención
Sí, me refiero a “eso”. Ha llegado un momento en que cuesta ducharse con ella danzando por casa. “¿Qué es eso papá? yo no tengo”. Estoy estudiando la fórmula para hacerle entender que “eso” es algo de lo que debe olvidarse. Para el resto de su vida…
8. Vestirse de princesa mola
Y mola mucho. No sabes el poder que otorga una corona, una falda de duende y una varita. Y es feliz. No le hacen falta cables, mandos, ni siquiera la Play. Ella inventa su propio mundo en el que decidir quién cena qué y quién duerme dónde. Y papi cena qué y duerme dónde, ¡¡faltaría más!!
9. La paciencia, esa gran desconocida
Hasta ahora. Aprendes a aguantar carros y carretas. ¿Qué son las 8 de la mañana y te despiertan con una almohada en la cara y una niña de 14 kilos saltando encima al grito de “¡¡Despierta papá!!”? No pasa nada, sonríes y le das un beso de buenos días.
10. Pintarse las uñas te hace mayor
Las uñas. Esa parte de tu cuerpo de la que solo te acuerdas cuando por golpe o suciedad contrae un color tirando a oscuro. Pues resulta que pintárselas como mamá te otorga un estatus de mayor. Y no de un color cualquiera. Ojo con eso. Tiene que ser del mismo color que alguna prenda de ropa, pulsera, diadema… ¡¡hasta los calcetines!!
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