Kate Regan, directora de Experiencia de Aprendizaje de Lingokids
Por Redacción, 29-07-2020 11:03:00El Diario del Bebé.
A punto de comenzar el mes de agosto, muchos padres y madres siguen enfrentándose a la difícil tarea de mantener a los más pequeños de la casa entretenidos mientras ellos continúan teletrabajando. Incluso, en un verano atípico como el actual, muchas familias han tenido que renunciar a sus vacaciones estivales, o como mucho se han desplazado a una segunda vivienda, pero en esta ocasión sin grandes planes de ocio (las circunstancias y la prudencia no los permiten).
Es cierto que el final de curso ha sido intenso para los niños, los meses de confinamiento y “telecole” no han sido fáciles, pero también lo es que el periodo de verano es largo para ellos, y los padres aspiran a que sigan haciendo alguna tarea educativa, en parte por esa necesidad de buscar alguna actividad que les entretenga, y en parte porque saben que es muy recomendable mantener una dinámica de tarea ligera durante el verano para afianzar los conocimientos. El reto está en buscar actividades que a los niños les resulten divertidas y al mismo tiempo les permitan repasar y seguir aprendiendo.
Si durante todo el confinamiento los padres han llevado al límite su ingenio para hacerles la experiencia más amable, ahora la clave está en encontrar la manera de que sus hijos puedan sentir ese cambio de rutina que tanto merecen y ponerle a sus días un color más fresco y lúdico, pero sin dejar de aprender. Aquí os dejamos algunas recomendaciones para tratar de conseguirlo:
Crear un horario juntos: uno en el que haya tareas y diversión, donde combinemos algunas actividades domésticas (es un buen momento para iniciarles en la responsabilidad de, por ejemplo, hacer la cama o poner la mesa), un rato de tele, siesta o lectura, alguna actividad de construcción con bloques, de dibujar y colorear, y unos pocos ‘deberes’ escolares.
Reservar tiempo para salir a la calle: si podemos y tenemos acceso, la piscina es una fantástica opción para estar al aire libre y realizar ejercicio físico. Si no, un paseo en familia en las horas de menos calor o apuntarles a un par de horas a la semana de actividades deportivas (la mayoría de las que son al aire libre sí se pueden realizar) debería estar en nuestra agenda todos los días.
Seguir aprendiendo: del mismo modo que son esponjas para aprender, los niños también pierden rápidamente el hábito de trabajo, por eso es recomendable mantener ciertas actividades educativas aun en verano. Los libros de vacaciones eran hasta hace poco la única opción disponible para hacer en casa, pero hoy día contamos con multitud de alternativas en plataformas de Internet y apps especializadas. Incluso, algunas como Lingokids han desarrollado campamentos de verano virtuales con actividades lúdicas para que los niños puedan jugar y aprender desde casa.
¿Pantallas? Sí, pero con cabeza: Utilizar tabletas, móviles o la propia televisión es algo que difícilmente podemos eliminar del panorama de entretenimiento y formación de nuestros hijos, y más en estas fechas. No son nuestras enemigas, pero aun así unámonos a ellas y aprovechemos su potencial en nuestro beneficio. Sí debemos controlar el tiempo de uso y guiarles hacia contenidos adaptarlos a su edad que aporten un valor positivo a su desarrollo. Hay decenas, ¡cientos!, de películas y series educativas para todas las edades, del mismo modo que hay videojuegos (incluso para los muy pequeños) que les pueden ayudar a desarrollar su visión espacial, el aprendizaje de los números o los colores o la coordinación. Incluso hay plataformas que ofrecen contenidos ‘por capítulos’ o ‘por paquetes’, que nos ayudan a organizar estas semanas con una rutina diferente.
Aprender algo nuevo: Tenemos más tiempo, y lo que para los adultos es una oportunidad para ‘descansar sin hacer nada’, a los más pequeños se les puede hacer largo si no llenamos esas horas con distintas actividades. Adaptándonos a las preferencias y habilidades de cada uno, podemos buscar para ellos algún tipo de tutorial o vídeo que les enseñe cómo hacer cosas nuevas, por ejemplo relacionadas con pintura, manualidades, cocina, decoración de camisetas, maquillaje de disfraces, incluso algún tipo de reto deportivo.
Ante un verano probablemente más ‘casero’ que ninguno, utilicemos todos los recursos a nuestro alcance para conseguir que los más pequeños puedan disfrutar y relajarse, sin dejar de mantener una rutina ligera de aprendizaje. Este año, más que nunca, se lo han ganado. Y mientras estén entretenidos, también sus padres podrán disfrutar de esos momentos de relax tan deseados y merecidos.
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