Un excesivo consumo de proteínas a edades tempranas de la vida está asociado a un aumento del riesgo posterior de tener obesidad, según han alertado expertos que han participado en el Simposio Mediterráneo de Obesidad, donde han advertido de la importancia de controlar su ingesta durante los tres primeros años del niño.
En este encuentro, promovido por Danone Baby Nutrition, Carlo Agostoni, profesor del Departamento de Ciencias Clínicas y Salud de la Comunidad de la Universidad de Milán (Italia), ha recordado que "la elevada ingesta de proteínas tiene un papel clave en la síntesis de factores que promueven el crecimiento".
De la misma forma, el profesor Angelo Pietrobelli, de la Unidad de Neonatología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Verona (Italia), concretó que "el consumo excesivo de proteínas en el segundo año de vida induce la presencia de una mayor tasa de grasa en la infancia posterior", recomendando "una apropiada ingesta de proteínas en los primeros años para facilitar un óptimo crecimiento y reducir el riesgo de sobrepeso, obesidad y de enfermedades cardiovasculares en etapas más avanzadas de la vida".
Completando esta idea, Marie-Françoise Rolland-Cachera, de la Unidad de Investigación Epidemiológica Nutricional de la Universidad de la Soborna (Francia), ha destacado que "existe una creciente evidencia que relaciona el elevado consumo de proteínas en los estadios iniciales de la vida y el riesgo posterior de tener obesidad".
No obstante, aclara, "no hay en la literatura científica evidencia consistente que ponga de manifiesto la asociación entre la ingesta de grasa en estas etapas incipientes de la vida y el aumento del riesgo futuro de obesidad".
En el transcurso de esta reunión, la Vocal Asesor de Coordinación Científica de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), Ana Canals, ha calificado la obesidad como la pandemia del siglo XXI, ya que "hasta cinco de los diez principales factores de riesgo asociados con las enfermedades no transmisibles están relacionados con los hábitos nutritivos y la actividad física" y, lo que es más importante, "todos ellos pueden ser modificados satisfactoriamente", ha subrayado.
Como recomendaciones básicas, se ha insistido en este simposio en los beneficios que ofrece la lactancia materna; además, se ha recalcado la importancia de vigilar y extremar el cuidado de la alimentación de la embarazada; y han destacado la importancia de los factores epigenéticos y, en concreto, el modo y contexto en el que se hace esta alimentación.
"Hay que individualizar las pautas de alimentación, así como ser constantes, prácticos y flexibles en la introducción de alimentos en los niños pequeños", matizando que "la excesiva rigidez de los padres en la alimentación de sus hijos acarrea, entre otras consecuencias, la aparición de ansiedad que termina por afectar negativamente a la correcta alimentación del niño", ha explicado el doctor José Manuel Moreno, pediatra de la Unidad de Nutrición del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
Este experto, ha recordado que la lucha contra la obesidad debe empezar desde el periodo periconcepcional, "aunque tiene que ser una tarea continua, que se prolongue a lo largo de toda la vida". Sin embargo, advierte que "hay etapas de la vida, sobre todo en los primeros años, que tienen una mayor influencia en la salud posterior". Así, a su juicio, "cuanto antes se inicien unos hábitos de vida saludables, donde es clave la alimentación sana y equilibrada, más salud futura se garantizará".
El diario del bebé