El Diario del Bebé.
Los niños pequeños hacen cosas de lo más adorable: abrazan en forma inesperada, chillan de la risa y se acurrucan junto a uno cuando están cansados.
Pero como diría cualquier padre de un niño pequeño, también hacen cosas no tan adorables, como patear, gritar ... o morder.
El hábito de morder es bastante común en niños de esta edad, pero ésto sirve de poco consuelo si su hijo muerde. Después de todo, nadie quiere que su hijo sea considerado la amenaza del grupo de juego. Y lo que es peor aun, los niños etiquetados como "mordedores" a menudo son excluidos de las guarderías infantiles, un desafío que ningún padre que trabaja desea enfrentar.
Tal vez piense que el hábito de morder solo forma parte de otra etapa que se debe atravesar, pero no siempre es así. Hay maneras de llegar al fondo del hábito de morder del niño. Aquí le mostramos cómo ayudar a frenar este tipo de comportamiento.
Aunque usted no lo crea, la acción de morder es parte del desarrollo de la infancia temprana. Los bebés y los niños pequeños muerden por diferentes razones, como la dentición o la exploración de un nuevo juguete u objeto con la boca ("fase oral"). Debido a que empiezan a comprender la relación entre causa y efecto, también pueden morder a una persona para ver si logran su reacción.
Morder también puede ser una manera de llamar la atención o de expresar sus sentimientos. La frustración, el enojo y el miedo son emociones fuertes y los infantes no tienen las habilidades lingüísticas necesarias para abordarlas. Por lo tanto, si no encuentran rápidamente las palabras que necesitan o no pueden expresar lo que sienten, tal vez recurran a la acción de morder como una forma de decir: "¡Préstenme atención!" o "¡No me gusta!".
El hábito de morder es un poco más común en los varones y suele ocurrir más a menudo entre el primer y el segundo año de vida. A medida que se desarrollan las habilidades lingüísticas, también lo hacen las habilidades para afrontar situaciones y el hábito de morder tiende a reducirse.
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