Con la llegada del verano, el bebé pasa mucho tiempo al aire libre. Por el bienestar de sus ojos y para evitar los efectos negativos de los rayos ultravioleta, los expertos aconsejan el uso de gafas de sol. Sus efectos en los ojos son acumulativos y pueden favorecer la aparición precoz de trastornos de la vista. Además, cuanto más claros son los ojos del niño, más desprotegido está.
Consideradas hasta ahora como un juguete o un accesorio de moda, se les ha otorgado el reconocimiento que merecen.
Su adquisición ha de responder a criterios de calidad y no meramente estéticos. Lo más recomendable es comprarlas en ópticas o establecimientos especializados que ofrezcan garantías.
Para el bebé, las más prácticas son las gafas de silicona o metal con lente orgánica. Este tipo de lente es más difícil de romper aunque, por otro lado, se raya con mayor facilidad. Las lentes deben llevar tratamiento de filtro UV que proteja al cien por cien.
Otros requisitos que deben cumplir son que lleven la marca CE y que sea visible el número de filtro que poseen. Los filtros van numerados internacionalmente del 1 al 4, de menor a mayor según para qué se recomienden (días nublados, deporte urbano, disfrutar de la playa o montaña y, por último, para la práctica de deportes acuáticos y de montaña)
Si el niño no las acepta, le protegeremos del sol directo con un gorrito o una buena visera.
El diario del bebé