El Diario del Bebé.
La clínica Triora de rehabilitación de adicciones llama a prevenir el consumo de drogas y alcohol durante las vacaciones de verano. La estacionalidad es un factor que puede influir en las adicciones y en el repunte de las recaídas, especialmente en lo que a los adictos al alcohol y a la cocaína se refiere.
El buen clima y la ausencia de una rutina diaria aumentan los contactos sociales y las fiestas. Ello contribuye a bajar la guardia, estar más relajado y crear una sensación de falsa confianza. Según Joaquín Descals, médico manager de la clínica Triora, “habitualmente cuando la familia detecta una adicción, ésta ya suele llevar un tiempo de evolución. El principal problema es que el paciente, en la mayoría de casos, no es consciente de que sufre una adicción y necesita tratamiento, lo cual retrasa mucho la búsqueda de solución al problema.”
Por eso es importante estar atento a los diferentes cambios en el funcionamiento psicosocial que pueden indicar la adicción o recaída de un ser querido:
Cambios en el aspecto físico, como deterioro del aseo personal y sangrados nasales. También es frecuente que los adictos traten de disimular su adicción aplicándose sustancias que puedan ocultar el olor que estas producen (pastillas para el aliento, perfumes, incienso, etc.)
Cambios en el estado de ánimo. La irritabilidad o la depresión son a menudo una señal clara de que existe algún factor que afecta a un comportamiento normal. También puede ser un síntoma la voluntad de pasar más tiempo a solas o la falta de interés por ningún tipo de actividad.
Cambios en el desempeño laboral o escolar. Las adicciones suelen conllevar una mayor distracción y una bajada de rendimiento en el trabajo o, en el caso de los adolescentes, del rendimiento académico.
Cambios en las relaciones familiares y sociales, como un mayor aislamiento o cambios de amistades.
Cambios en las pertenencias y hábitos de consumo. Por ejemplo, la aparición de dinero sin origen lógico o de envoltorios sospechosos.
Cambios en la rutina diaria, como la falta de apetito alternando con episodios de hambre descontrolado.
Problemas de salud frecuentes o molestias físicas, tales como dolores de cabeza y resfriados recurrentes, rojez en los ojos, irritación de garganta, etc.
La tolerancia y la abstinencia. Para diferenciar entre un adicto y un consumidor social hay que tener en cuenta los fenómenos de tolerancia, entendida como la necesidad de aumentar las dosis para conseguir los efectos deseables iniciales y de abstinencia, que es la aparición de signos y síntomas tras la interrupción del consumo.
Las señales de detección pueden variar según el tipo de adicción, y dependiendo de si el adicto se encuentra en fase de intoxicación o abstinencia.
En el caso de la adicción al alcohol, en la fase de intoxicación el fetor enólico, el habla disártrica, las náuseas y los vómitos pueden ser una señal de alarma, así como la pérdida de conciencia; mientras que en la fase de abstinencia son temblores, palidez, fiebre, piel fría, humedad o ansiedad.
Los adictos a la cocaína suelen mostrar ansiedad, aumento de presión, dolor de pecho, inquietud o pupilas dilatadas en la fase de intoxicación; por el contrario, en la fase de abstinencia se da la depresión, el aumento de apetito, el cansancio, disminución de actividad, así como sueños desagradables e intensos.
En la detección de una adicción, el papel de la familia, amigos y compañeros puede ser esencial para la concienciación y búsqueda de ayuda. En caso de sospecha, es importante acudir lo antes posible a un centro especializado.
Más de un millón y medio de personas en España presenta problemas alcohólicos y otras 120.000 problemas de adicción a la cocaína.
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