Coincidiendo con el inicio de las vacaciones escolares, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), ha pedido a los padres y tutores una "supervisión activa y permanente" cuando los niños estén en el agua.
Esta recomendación va dirigida especialmente a niños menores de 5 años, por lo que animan a los padres que inicien el aprendizaje de la natación en torno a los 4 años de edad, manteniendo siempre una vigilancia activa por su parte.
En cualquier caso, añaden, "aunque un niño sepa nadar" se debe mantener una supervisión constante cuando esté en la piscina o en la playa.
En verano, al ser un tiempo de ocio y diversión, existen otros peligros para los más pequeños. Por eso, desde la AEPap consideran clave el papel de los padres en la concienciación de los hábitos saludables y la protección solar de los niños.
Los especialistas recuerdan que las cremas no son en sí mismas suficientes para asegurar una protección adecuada del menor en verano. Destacan el papel de la hidratación y la alimentación para evitar un golpe de calor, aconsejando incrementar el consumo de agua, así como no dejar a los niños en los coches para evitar hipertermia.
En cuanto a la comida, para prevenir intoxicaciones o infecciones intestinales por alimentos en mal estado es aconsejable tomar productos recién preparados, refrigerar comidas si se van a transportar a la playa, beber agua embotellada y evitar comidas con huevos que se deterioren con facilidad. Las medidas básicas de higiene, como el lavado frecuente de manos y el lavado de verduras y frutas, son la medida más eficaz y económica para evitar infecciones.
EXTREMAR LA PROTECCIÓN SOLAR
Por otra parte, los pediatras de Atención Primaria se muestran realmente preocupados por los efectos de las radiaciones solares en los más pequeños y creen que "es necesario que la sociedad y, sobre todo los padres, se conciencien de que es importante proteger la piel y los ojos del sol".
Así, recuerdan que los niños deben estar especialmente protegidos ante la exposición solar y educados para mantener conductas eficaces de fotoprotección; "durante la etapa infantil y adolescente hay que establecer los hábitos saludables dirigidos a la protección solar y a la prevención del cáncer de piel, quemaduras solares y otras lesiones", añade.
Para ello, considera que es necesario fomentar la colaboración mediante campañas escolares y comunitarias que promuevan la prevención de la exposición excesiva a la radiación UV en la infancia y la adolescencia. Se ha demostrado que, para que se conviertan en habituales, deben comenzar cuanto antes todas las prácticas sanas que evitan o minimizan la exposición solar (especialmente en las horas centrales del día), evitan las quemaduras solares, o favorecen el uso de cremas fotoprotectoras, ropa protectora y gafas. La exposición solar en la temporada veraniega debe realizarse de forma paulatina, aumentando gradualmente el tiempo de exposición al sol.
"Utilizar un fotoprotector adecuado durante los primeros dieciocho años de vida puede reducir hasta un 78 por ciento el riesgo de cáncer cutáneo en la edad adulta", destaca la AEPap, que recuerda que "está demostrado que el efecto cancerígeno de las radiaciones solares es acumulativo". La aparición del cáncer de piel se relaciona con la exposición a los rayos solares durante períodos de tiempo largos y con exposiciones intermitentes e intensas.
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El diario del bebé