Las pesadillas se producen en las primeras horas de descanso durante la fase REM del sueño (caracterizada por el rápido movimiento de los ojos). Suelen comenzar hacia los dos años pero son más comunes a partir de los tres, aunque hay niños que no llegan a tenerlas. Generalmente, no deben preocuparnos aunque sí es muy importante saber cómo actuar.
Se desconoce su causa pero suele relacionarse con el estrés y la ansiedad. Para prevenirlas, los padres deben procurar que el niño no vea la televisión antes de acostarse porque altera su descanso. Además, hay que vigilar los contenidos y las imágenes de los programas a los que tiene acceso. Si en su entorno hay niños mayores, no podemos permitir que le cuenten historias que puedan alterarle. No debemos amenazar al niño con cosas que le asusten.
En su día tiene que haber ratos de tranquilidad. Al llegar la noche debemos establecer unas rutinas diarias que le proporcionarán seguridad.
CÓMO ACTUAR
Por la noche, debemos estar seguros de que podemos oír al niño en caso de que llore y así acudir rápidamente a su habitación. Necesita nuestro consuelo, que le abracemos y, mientras le acariciamos, debemos explicarle con voz calmada que no pasa nada.
Darle un poco de agua le tranquilizará y, si quiere, nos quedaremos hasta que se relaje y se vuelva a dormir. También podemos irnos pero dejando encendida la luz del pasillo. Para tener un sueño más tranquilo necesita recuperar la sensación de seguridad.
Debemos mantener la calma porque si nos nota nerviosos nuestras palabras no lograrán tranquilizarle.
Si le quitamos importancia al asunto nuestro hijo sentirá que no le comprendemos. Si él quiere, podemos hablar de la pesadilla e inventar un final feliz. Si el niño todavía no ha llegado a ese nivel de comunicación, y podemos intuir qué es lo que estaba soñando hay que intentar decirle que ya pasó y que todo está bien.
*Si te ha resultado interesante este artículo, te animamos a seguirnos en Facebook y Twitter.
El diario del bebé