Con el inicio del buen tiempo, las salidas al campo son una gran oportunidad para que el niño entre en contacto con la naturaleza, descubriéndola e interactuando con ella. Es importante inculcarle desde pequeño el amor y el respeto por el medio ambiente y por las criaturas que habitan en él.
Además de llevar su bolsa habitual, no olvidaremos llevar un gorrito, crema protectora, agua, algún tentempié y un botiquín. Las toallitas serán indispensables para limpiarle bien las manos y evitar que se las lleve sucias a la boca o los ojos. Es importante no perderle de vista y vigilar manos y boca para que no se trague nada.
Con eso, y mucha imaginación, nuestro hijo disfrutará de un rato inolvidable y muy beneficioso para su salud física y emocional. Algunas ideas para poner en práctica:
La casa de la pradera
Cogeremos flores sencillas que conozcamos (del estilo de las margaritas) haciendo un pequeño ramillete, enganchándolas al ojal o a una horquilla.
Pequeños exploradores
Le enseñaremos objetos nuevos para él como piedrecitas (las brillantes le fascinarán), hojas, piñas o bellotas.
Nuevos amigos
Seguro que con un poco de paciencia podemos presentarle a algún habitante de la zona como pájaros, mariposas, hormigas, caracoles, mariquitas. Verlos en movimiento le dejarán maravillado.
Pompas de jabón
Al aire libre resulta más divertido hacer pompas de jabón ya que, además de no manchar nada, con el aire se desplazan más rápidamente.
Pequeños intépretes
Aunque no haya arena, un cubo y una pala siempre dan mucho juego: a modo de tambor, como contenedor de sus pequeños descubrimientos, agitándolo para ver cómo sueña el interior.
No debemos olvidar los juegos de siempre como el “corre que te pillo”, el corro de la patata o jugar a la pelota, adaptándolos a la edad de nuestro bebé.
El diario del bebé